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La EU recluta idealistas

Sumida en una grave crisis existencial, con la sombra del 'Brexit' y el auge de la extrema derecha cerniéndose como augurios funestos, la Unión Europea quiere reeditar un éxito que nadie pone en duda. Si el programa Erasmus de movilidad estudiantil es una victoria que pocos cuestionan, ¿por qué no aplicarlo en el campo del voluntariado? El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, quiere conjurar el malestar ciudadano por la peor crisis económica, social y financiera que ha sacudido el continente. Y uno de los remedios para que se desvanezca el desánimo es apelar a los viejos valores. Entre los proyectos para insuflar ilusión al alicaído organismo comunitario destaca el Cuerpo Europeo de Solidaridad. No es el más ambicioso, pero sí uno de los que tratan de movilizar savia nueva. En la iniciativa pueden integrarse los jóvenes menores de 30 años para desempeñar tareas de voluntariado en cualquier país de la Unión. Se espera que en 2020 este ejército de la filantropía haya podido reclutar 100.000 integrantes.

El programa, dotado con 341,5 millones de euros para los dos primeros años de funcionamiento, aspira a canalizar la inquietud solidaria de unos jóvenes susceptibles de enrolarse en las filas de los euroescépticos. Con un desempleo galopante, las nuevas generaciones son las más propensas al descreimiento. España es un ejemplo sangrante: el 39,5% de los menores de 25 años están en el paro.

Y pese a ello, los españoles han ofrecido una respuesta entusiasta. De hecho, detrás de los italianos, con 6.000 inscritos, España es el segundo país con más voluntarios registrados (5.300). Conocer otras gentes y paisajes es un aliciente poderoso.

Es el caso de Alejandro Mendoza y Victoria Crisol, que se han apuntado al programa comunitario. Mendoza, mallorquín de 21 años, acaba de terminar los estudios de Periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona, y prepara las maletas para viajar a principios de octubre a Anzola dell'Emilia, cerca de Bolonia (Italia). A partir del 1 de octubre, organizará actividades académicas y lúdicas en un centro juvenil. Además, impartirá clases de refuerzo para el aprendizaje del español como profesor auxiliar y echará una mano para animar la vida socio-cultural del pequeño municipio transalpino. «Nunca antes había participado en una labor de voluntariado. Es la primera vez que lo hago. Quería hacer algo diferente fuera de España y por casualidad vi que en mi ayuntamiento se celebraba una charla de voluntariado europeo. Busqué lo que más me gustaba y enseguida me inscribí». Mendoza estará fuera de casa un año, un tiempo durante el cual recibirá alojamiento, comida, seguro médico y una modesta asignación de 115 euros en concepto de dinero de bolsillo.

Victoria Crisol, jienense de 25 años, ya ha culminado sus estudios de Psicología y prepara el trabajo final de un máster relacionado con su licenciatura. Se desplazará a Tebas (Grecia) para atender a ancianos sin recursos que se alojan en un centro a caballo entre el hospital y la residencia geriátrica. Crisol sabe de sobra lo que es arremangarse para desempeñar labores solidarias. Estuvo en Bolivia ayudando a mujeres y niños con VIH, una experiencia dura pero que la curtió en la resistencia. Si ahora no se embarcaba rumbo a Tebas es probable que nunca lo hiciera. En la mítica ciudad griega trabajará para intentar que los mayores lleven un envejecimiento activo. «Entre los 18 y 21 años trabajé de voluntaria en la Cruz Roja en el campo de la atención domiciliaria a mayores. Iba con ellos a la farmacia, les acompañaba en el paseo, les hacía la compra. Me gustó y, como tenía ganas de ir a Grecia y aprender el idioma, escogí un proyecto relacionado con los ancianos».

El programa, que va dirigido a personas de entre 18 y 30 años, se pone en marcha en octubre. A él ya se han apuntado 33.800 jóvenes, que en algunos casos serán retribuidos porque la iniciativa tiene una vertiente ocupacional que contempla contratos y prácticas.

Los campos en los que se puede desplegar la vocación de voluntario son muy variados y van desde a la asistencia sanitaria a la integración social, pasando por la protección del medio ambiente, la atención a los inmigrantes y refugiados o la ayuda alimentaria en otro países de la Unión. Victoria Crisol no se va a Grecia porque esté de brazos cruzados y no tenga otra cosa que hacer. «De hecho, creo que de habérmelo propuesto habría encontrado trabajo, tengo experiencia, he trabajado en recursos humanos y en un hotel y sé idiomas. Lo veo sobre todo como una oportunidad para que conste en el currículum cuando vuelva a España».

La frontera que separa el voluntariado del trabajo gratuito es muy escurridiza. El Parlamento Europeo pone objeciones y aduce que hay formas mejores de combatir el paro. Curzio Maltese, del Grupo Confederal de Izquierda Unitaria y miembro de la Comisión de Cultura, alertó hace un mes sobre el riesgo de que el cuerpo de voluntarios cree una bolsa de trabajo sin remunerar. «Hay un enorme problema de desempleo juvenil en el sur de Europa que merece un programa real de inversión pública», argumenta. Maltese no habla a humo de pajas. Precisamente son España, Italia y Portugal, tres de los países con mayor desempleo juvenil de la UE, los que más voluntarios aportan.

Actividades ocupacionales

Ante las críticas vertidas, la Comisión Europea ha aprobado dos proyectos encabezados por los servicios públicos de empleo de Italia y de Francia, que ofrecerán trabajo o unas prácticas relacionadas con la solidaridad en otro país de la Unión a 6.000 jóvenes.

Pilar Prous, que pronto terminará su carrera de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid, viajará a Alemania (no sabe aún si a Berlín o a Hamburgo) para desempeñar su voluntariado en un área de educación, juventud y deporte. Por lo que le han explicado, se encargará de preparar actividades para niños de tres a doce años, como visitas guiadas, excursiones y otro tipo de iniciativas extraescolares. Prous no cree que la buena acogida del programa en los países mediterráneos obedezca a una mayor tasa de paro. «Es falso. Aquí ha tenido una mayor repercusión porque se ha difundido e implantado muy bien. Sí es cierto que es un trampolín para tu vida laboral, porque te da la ventaja de conocer otro idioma», dice Pilar, a quien la ONG con la que colaborará le está procurando clases de alemán antes de incorporarse a su destino.

Ella fue la primera seleccionada en España. Se apuntó con varios amigos que aún están esperando a que resuelvan su expediente. La politóloga ha desempeñado trabajos variopintos para pagarse los estudios, desde repartir publicidad a ejercer de socorrista, dependienta y actividades en el sector de la hostelería. «Antes de incorporarme al mundo laboral, quería hacer algo así porque después ya será más difícil. Es el momento oportuno para hacerlo y pienso que para mi currículum será muy positivo».

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